UNA REVOLUCION CASERA - Carlos Rey





UNA REVOLUCIÓN CASERA

por Carlos Rey

«Hablando del Buenos Aires de fines de siglo, recuerdo que mi madre me contaba acerca de la participación de mi abuelo en la Revolución del 90, una revolución un poco casera. Mi abuelo salía todas las mañanas de su casa, en Tucumán y Suipacha, y se iba caminando hasta la revolución, que quedaba en la plaza Lavalle. Después, a la noche, volvía a comer. Y a la mañana siguiente (a la noche se iban todos a dormir) volvía a la revolución. Supongo que todos no se irían, algunos quedarían. Pero me imagino a mi abuelo yéndose y a los revolucionarios saludándolo: Hasta mañana, don Isidro.»1

Si bien en esta anécdota personal el poeta argentino Jorge Luis Borges pone en tela de juicio la revolución argentina de 1890, más razón tenemos nosotros para cuestionar las otras tantas llamadas revoluciones de los últimos siglos que ni siquiera se han propuesto llegar al fondo de la verdadera problemática social. Esto se debe a que el problema de toda sociedad consta de la suma de las partes de cada uno de sus miembros.

En la década de 1970 llegó a popularizarse una canción que dice: «No, no, no basta rezar: hacen falta muchas cosas para conseguir la paz.» La canción da por sentado que la meta de cada sociedad es vivir en paz y con cierta prosperidad, sin que nadie explote al prójimo. No cabe duda de su tesis implícita, de que es necesaria una revolución social. Lo que no reconoce la letra de esa canción es que la paz colectiva sólo se logra mediante el conjunto de «paces» individuales. ¿Pero cómo se consigue esa paz interior?

Puede leerlo completamente, verlo de nuevo como si fuera por TV, escucharlo como si fuera por radio, incluso imprimir este mensaje y muchísimos otros más desde marzo del 2004 hasta hoy, en: www.conciencia.net

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